La energía es uno de los elementos esenciales para el crecimiento económico mundial. La consistencia y la accesibilidad de recursos energéticos como el petróleo, el gas natural y el carbón, junto con la producción de electricidad, están profundamente relacionadas con las dinámicas geopolíticas del mundo. Las disputas geopolíticas, ya sea a través de conflictos bélicos, sanciones económicas, bloqueos comerciales o tensiones diplomáticas, afectan de manera directa y notable los precios energéticos globalmente. Entender el origen y las razones de estas variaciones permite apreciar el efecto en cadena que tales situaciones provocan en las economías de los países, las empresas y los consumidores.
Mecanismos de impacto de los conflictos geopolíticos en la energía
Interrupción del suministro y aumento de la incertidumbre: uno de los mecanismos principales es la interrupción o amenaza de interrupción en el suministro de fuentes energéticas clave. La mera percepción de riesgo puede ser suficiente para provocar volatilidad. Por ejemplo, cuando estalla un conflicto en regiones con gran peso en la producción de petróleo, como Oriente Medio, el mercado reacciona anticipando posibles dificultades, lo que dispara los precios internacionales.
El conflicto del Golfo Pérsico y el incremento en el valor del petróleo: a lo largo del conflicto armado en la región del Golfo Pérsico entre 1990 y 1991, la ocupación de Kuwait por las fuerzas iraquíes causó gran alarma, dado que ambos países tienen papeles cruciales dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Esta situación llevó a que el costo del barril de petróleo Brent se duplicara en cuestión de meses, incluso antes de que se reportaran interrupciones significativas en el suministro físico del crudo.
Efecto de las sanciones económicas: las sanciones internacionales contra países productores alteran el equilibrio del mercado. Por ejemplo, las restricciones impuestas sobre Irán o Rusia han reducido su capacidad para exportar gas y petróleo, disminuyendo la oferta global y presionando los precios hacia arriba. Además, las sanciones dificultan la inversión en infraestructura, agravando el problema en el mediano y largo plazo.
Exploración de opciones y modificación de la oferta: frente a la incertidumbre, las naciones consumidoras intentan diversificar sus fuentes de energía y crean reservas estratégicas. No obstante, reemplazar y ajustar la logística generalmente resulta caro y complicado en el corto plazo. Un ejemplo reciente es la invasión de Ucrania por Rusia en 2022; Europa quedó expuesta debido a su alta dependencia del gas ruso, lo que forzó a reconsiderar el mix energético y aumentar la adquisición de gas natural licuado (GNL) de proveedores más distantes como Estados Unidos o Qatar, a precios más altos.
Estudios de caso: Europa, Asia y América Latina
Europa: vulnerabilidad y respuesta sistémica. La Unión Europea depende en gran medida de fuentes externas para satisfacer su demanda energética. Aproximadamente el 40% del gas natural consumido en Europa provenía de Rusia antes del conflicto en Ucrania. Las restricciones impuestas al suministro ruso provocaron un aumento histórico en el precio del gas, disparando el costo de la electricidad y obligando a gobiernos a intervenir mediante subsidios y políticas de regulación temporales.
Asia: dinámicas competitivas y seguridad en el sector energético. En Asia, naciones como China, Japón e India, que son enormes consumidores de energía crucial para su industria, perciben igualmente las repercusiones de los conflictos geopolíticos mundiales. Por ejemplo, en medio de tensiones en el Estrecho de Ormuz —donde transita alrededor de una quinta parte del petróleo utilizado en el mundo—, China ha intensificado su política de reservas estratégicas y su inversión en energías renovables, como la solar y la eólica, con el fin de reducir el riesgo ante posibles bloqueos.
América Latina: desafíos y posibilidades. En la región de América Latina, las tensiones geopolíticas a nivel suprarregional pueden crear oportunidades para los países exportadores, permitiéndoles vender sus productos a precios más altos. No obstante, este auge puede ser temporal y venir acompañado de una falta de estabilidad interna, como lo sucedido en Venezuela, donde las sanciones y la disminución de inversiones han provocado una considerable reducción en la producción nacional.
Instrumentos de gestión ante la volatilidad
Reservas esenciales e inversión en cambio energético: numerosos países están decidiendo robustecer sus reservas esenciales de petróleo y gas para enfrentar situaciones de escasez momentánea. Asimismo, se ha impulsado la inversión en energías limpias, cuyo progreso ayuda a disminuir la dependencia de regiones con alta tensión geopolítica. Alemania, por ejemplo, ha incentivado el crecimiento de la energía eólica y solar y la creación de terminales de GNL para diversificar el suministro.
Sistemas de colaboración internacional: entidades multilaterales, como la Agencia Internacional de la Energía (AIE), desempeñan un rol importante en la creación de sistemas de alerta anticipada, en la coordinación de acciones conjuntas y en la promoción de la transparencia en los mercados. Del mismo modo, se han implementado herramientas contractuales, como los contratos de futuros para hidrocarburos, que ayudan a resguardarse contra la volatilidad especulativa ocasionada por los conflictos.
Lo que vendrá: desafíos y tácticas
La evolución de los precios de la energía continuará estando marcada por la interacción entre contexto geopolítico y transición hacia fuentes energéticas más limpias y seguras. La diversificación del suministro, el fortalecimiento de las infraestructuras resilientes y el impulso a la cooperación internacional emergen como ejes centrales para atenuar los riesgos derivados de escenarios de inestabilidad global. Evaluar con perspectiva histórica permite entender que los desafíos energéticos, lejos de ser coyunturales, exigen respuestas integradas, capaces de conjugar flexibilidad, innovación y sostenibilidad.
